Funciones
¿De qué se compone un cruceiro?
Está constituido por varios elementos:
- Plataforma de una o más gradas.
- Pedestal, normalmente cuadrangular, liso o con inscripciones.
- Fuste (o varal), cuadrangular, octogonal o cilíndrico, liso con motivos diversos (escalera, martillo, tenazas, calaveras, serpiente, santiños (escenas del Pecado original, etc).
- Capitel, de compleja y variada composición (volutas, calaveras, querubines alados, entre otras figuras).
- Cruz, raramente sola, a veces con un Cristo crucificado en su cara anterior, y una imagen de la Virgen María o de algún santo en su cara posterior.
¿Qué funciones presenta?
En un principio los cruceiros tenían un claro sentido religioso, y tenía las mismas funciones que cumplía la cruz durante los primeros siglos del cristianismo. Más tarde fueron sacralizando las encrucijadas y los caminos amparando y guiando a los viajeros, santificando los castros y otros lugares de antiguos ritos paganos. Señalaban la dirección a las iglesias y capillas a la vez que servía de prolongación del ámbito religioso en atrios y cementerios, protegían las cosechas de las agras y el ganado de los campos de la feria, valen de guía en los itinerarios de las peregrinaciones y de las romerías o también en las rutas de comerciantes y arrieros. También marcan los límites de municipios y otras jurisdicciones, presidiendo y adornando las plazas de las villas y señalando la entrada de pazos y casas señoriales.
Muchas veces los cruceiros se levantaron para dar gracias divinas, agradeciendo ayudas recibidas o satisfaciendo penitencias, solicitando oraciones por el beneficio personal o de las ánimas, recogiendo la devoción de los vecinos, acordándose de leyendas o hechos históricos o rememorando visitas de personajes civiles o religiosos. También se levantaron en los lugares donde hubo mala muerte, un hecho luctuoso o una supuesta aparición de la Santa Compaña.
Hoy en día siguen sirviendo de reposo a los cansados viajeros, acogen reuniones vecinales para la discusión de asuntos comunales, presidiendo los festejos populares en las plazas, siendo confidentes de enamorados o testigo de los paliques de las viejas, mientras reciben oraciones de los vecinos y siguen formando parte de las leyendas, ritos y tradiciones populares propias del lugar.